«¡Tú vales mucho»
Por Marta Jiménez Rubio – 6º P
Álvaro siempre se quejaba de su mala suerte…
… Iba al instituto y tenía 14 años. Nunca le pasaba nada bueno. Las chicas no se fijaban en él, sus notas eran pésimas y no tenía amigos.
Álvaro envidiaba a Lucas, el chico más popular del instituto. Era apuesto, jugaba en el equipo de «volleyball» y sus notas eran estupendas.
Un día, de regreso a casa, Álvaro escuchó un ruido procedente de una tienda. Cuando se fijó era una hucha en forma de genio que le estaba llamando y le decía: «¡Cómprame y serás el chico más afortunado del mundo! ¡Sólo tú podrás escucharme! ¡Aprovéchate!».
– Justo lo que necesitaba – pensó Álvaro – Lo compraré.
Al llegar a su casa, el muchacho escondió el genio-hucha y estuvo hablando con él. La hucha le contó que si le tocaba tres veces la nariz, se haría más pequeña y así podría esconderla en un bolsillo. También le contó que podría pedirle todos los deseos que quisiese.
-Genial – pensó el chico.
Álvaro le pidió cuatro deseos: El primero, ser muy listo y sacar buenas notas; el segundo, entrar en el equipo de «volleyball» del «insti»; el tercero, ser el más popular de los alumnos y, el cuarto, atraer a todas las chicas guapas.
Al día siguiente, nada más entrar en el instituto, la chica que le gustaba le pidió una cita; el profesor de Educación Física le eligió para el equipo de «volleyball» y Lucas le invitó a una fiesta en su casa. También sacó dos dieces en dos exámenes.
A partir de entonces, Álvaro se consideró el chico más afortunado del mundo.
Al cabo del tiempo se dio cuenta de que la hucha… ¡nunca había existido! ¡ sólo había sido producto de su imaginación! Y Álvaro aprendió a valorarse a si mismo.
¡Qué bien, Marta! Está muy chula; aunque, al principio has puesto Pablo y luego, Álvaro.
Alba María, da igual, es un fallo.
Sí, es verdad. Pero yo, en la narración, no recuerdo haber puesto Pablo al principio…
Yo no lo veo.
Ni yo tampoco lo veo.