«Todos a una»
Por Marina Crespo Aguirre – 6º P
Al final del camino había una fuente de piedra con un pilón largo y oscuro y un techado de madera y paja. Cerca había un árbol viejo y a sus pies crecían matas con flores amarillas y violetas. Entre las matas había botes vacíos, papeles, trozos de plástico, restos de comida, una zapatilla vieja, cáscaras de pipas, de nueces…
Se me rompió el alma al ver el pueblo de mi vida, donde yo jugaba cuando era pequeño. Pensaba que seguirían estando los columpios rojos que tanto me gustaban; en cambio, solo había basura.
Mi mujer me intentaba animar pero, mi alma, todavía estaba hecha añicos. Cuando me desperté de aquel «shock», se me ocurrió una grandiosa idea: Hacer una campaña para salvar aquel precioso lugar. Iría casa por casa, vecino por vecino; no dejaría piedra por remover hasta conseguir la colaboración y la concienciación de todos y cada uno de ellos.
La respuesta fue fabulosa. Prácticamente, todos los vecinos colaboraron, excepto el alcalde, que dijo que, debido a la crisis, no había dinero para ese tipo de iniciativas.
Era digno de ver cómo todos colaboraron a su manera. Unos, aportaban pequeñas cantidades de dinero; otros, todo tipo de materiales y, el resto, su esfuerzo y trabajo personal.
Por fin llegó el gran día. Todos los rincones estaban resplandecientes. Hubo un gran espectáculo de fuegos artificiales que pusieron fin, de manera espectacular, al gran esfuerzo que hizo todo el pueblo.
¡FELICIDADES! Marina, yo nunca escribiré así, pero me esforzaré por conseguirlo.
Alba María, no pienses eso, seguro que si te empeñas y pones todo tu esfuerzo lo conseguirás, y podrás hacer narraciones tan bonitas como las de Marina.
¡Es una composición preciosa! Me encanta, Marina. ¡Escribes muy bien!
Si, escribe muy bien, porque dijo Don Ángel que era el primer diez que había puesto. Así que… ¡FELICIDADES!